«Aquí no se vive de los videojuegos»: Una costumbre que debemos eliminar.
Hoy dos amigos míos –gamers ambos- me contaron que consiguieron trabajo en una tienda. Y cuando me lo dijeron, me alegré mucho por ellos y me sorprendí muchísimo. No tanto por el hecho de que consiguieran trabajo, sino porque su trabajo va a ser vender videojuegos.
Esto no debería parecerme raro. La escena del videojuego ha desarrollado mucho en los últimos diez años. Tengo amigos trabajando en retail; dos de ellos con sus propias tiendas y dando trabajo a otros gamers. Una amiga que –al igual que yo- trabaja como mediadora de prensa de una importante desarrolladora. Un puñado de amigos y varios colegas suyos que han desarrollado juegos para PlayStation. Otros que son ilustradores, periodistas, editores, influencers, consultores, importadores, organizadores de eventos y un moderado et cétera.
¿Por qué me sorprendí tanto entonces? Tal vez por costumbre.
Hace catorce años El Comercio publicó mi primera nota escrita -un review de un juego de Gamecube- en la revista PC World. Y por esto no me pagaron ni un céntimo. Pero no me quejé. Mi realidad de ese entonces era “Aquí nadie te paga por ser fanático de los videojuegos”. Y aunque suene raro -sobre todo para los miles de adolescentes que sueñan con ser millonarios jugando al DotA- para muchos gamers todavía es la realidad en la que viven: que por hacer esto que tanto nos gusta, nadie nos va a pagar un sueldo.
Pero las cosas cambiaron. Meses después de esa primera nota, conversé con la editora de la revista y acordamos que se me pagara una tarifa de freelance por cada una de mis reseñas. Mi realidad cambió con una simple conversación y el compromiso de desempeñarme de manera profesional.
Desde ese entonces las cosas han mejorado todavía más. Hay una industria del videojuego local, apoyada en importadores y distribuidoras, que está haciendo que las cosas avancen. Lentamente, tal vez, pero avanzando al fin y al cabo. Poco a poco muchas marcas han logrado obtener presencia en tiendas, colocar publicidad en cine y TV. Y puede que estés muy acostumbrado a los anuncios en un centro comercial, pero no nos engañemos: cuando ves un panel LED animado de The Last Guardian o Assassin’s Creed en plena calle, vas a quedarte mirándolo con cara de asombro. Y vas a decir “que increíble que tengamos esto aquí”.
Todo esto es combustible, energía, hype, pero no sólo para fomentar la compra formal. Esto también inspira a los fans de este hobby y les hace ver que jugar y ser gamer no tiene que acabar cuando apagas la consola. Se puede ir más allá. Si de verdad te lo propones, puedes vivir de esto.
Nadie debería sorprenderse si consigues un trabajo que tenga que ver con videojuegos; mucho menos decir que “es algo imposible para nuestra realidad”. La verdad es hay mucho haciéndose ya y queda mucho más por hacer. Y esa es la nueva y emocionante realidad a la que tenemos que acostumbrarnos.