Que extraño día el de hoy. Después de estar en Los Ángeles por casi una semana escuchando como la gente más importante de la industria hacía pedazos al Xbox One en pleno E3 y ver como Sony se ganaba a prensa, inversionistas y gamers en general, hoy llego a mi casa con una de las mejores noticias del año: Microsoft abandonaba sus tan criticadas políticas de DRM, el «always online» y el bloqueo por región que habían enfurecido a sus fans y a la mayoría de comunidad videojugadora. Es una sensación bastante extraña cuando algo tan drástico sucede derrepente, más aun cuando la defensa de Microsoft (y de algunos de sus consumidores fieles) a esta nueva forma de hacer negocios era tan férrea. Como era de esperarse, este fue el notición del día. Facebook reventó en posts cantando la victoria del público gamer sobre el «malévolo» plan de Microsoft. Y los más sobrios daban cuenta de como la empresa «había por fin escuchado a sus fans».
¿Pero qué pasó en verdad? ¿Es esta de verdad una muestra de buena fe hacia los consumidores de Xbox? ¿De verdad ganaron los trolls y los fans desilusionados con su mar de quejas?
Yo por mi lado creo que Microsoft no escuchó a sus fans, sino más bien a sus inversionistas. Después de ver la pobre recepción al asustadizo anuncio del precio del Xbox One, más de un ejecutivo de la directiva de Steve Balmer debió ponerse nervioso; más aun cuando ni bien acabado el E3 las pre-ventas de la nueva consola se desplomaron y los encuestados en el show de Los Ángeles se pensaban «cambiar de bando» al del PlayStation. Si Microsoft hubiera escuchado realmente a sus fans, los cambios se hubieran dado hace semanas, luego del primer anuncio y la presentación de la consola. Ya entonces la ira de los gamers era evidente y se hacia sentir en redes sociales y blogs. Pero al equipo Xbox no le importó y siguieron pedantemente justificando lo injustificable.
Y es que la reacción de la gente era de esperarse. En buen castellano, Microsoft estaba diciéndole a su público «Ustedes pagan un alto precio por la consola y los juegos, pero nososotros les diremos cuando y donde jugar, y no lo harán sin nuestro permiso. Lo que les damos a cambio de su dinero no es realmente suyo, así que no podrán prestarlo ni venderlo. Y cuando ya no nos convenga, todo lo que compraron será inservible». Así de simple. Y para quienes no viven en territorios donde Microsoft tenga puesto un pie, el mensaje era peor: «Sus ganas de jugar no nos interesan, sólo jugamos con quienes podemos controlar».
En un post de Facebook comenté que esto de las licencias y los permisos no es para nada ilegal. Es más, si leen las letras pequeñas de cualquier DVD ó lo que pone Apple en iTunes, sabrán que nadie es realmente dueño de los juegos, películas o canciones que compra, sino que más bien renta una licencia para uso doméstico. Esta forma de negocio es muy restrictiva, pero tenía sus límites en que una vez hecha la venta, es imposible controlar un formato físico. La distribución digital de juegos era una forma de «bypassear» esto, bien camuflada entre bajos precios y suscripciones. Pero lo que Microsoft quiso hacer, más allá de adoptar el modelo del descargable, ha sido engatuzar a los consumidores para que permitan la política de compra de licencias sobre un medio físico. O sea, controlar el uso de algo que ya ha sido comprado.Y peor aun, incluir en el negocio al hardware en el que ese medio se reproduce. Es tal vez lo más bajo que he visto a una empresa caer en mucho tiempo. Y después de ver como reaccionó la gente, veo que he sido sólo uno de los muchos millones que sí se dieron cuenta.
Pero lo que más me molesta es la rapidez con la que esta política se ha revertido. ¿Donde está entonces la compleja maquinaria online que justificaba toda esta funcionalidad? ¿Acaso Microsoft no creía ciegamente que este método de trabajo era el mejor y el único que explotaría el potencial del Xbox One? La respuesta es lo que me da más cólera y debería darle cólera también a los fans de Xbox: Nada de esto era cierto. Era simple avaricia. Eran las ganas de meterse al bolsillo más plata de la que el «producto Xbox One» vale y justifica.
Pero eso no era todo. Yo siempre he dicho abiertamente que Xbox LIVE Gold me parece un robo, ya que no ofrece un benefico tangible, sino más bien una idea: la de un network estable. Y el gamer, como si hablara de una religión, mantiene esto en su cabeza como la fé en algo etéreo. Pero la verdad es que nadie puede medir el desempeño de Xbox LIVE. Sólo Microsoft te dice que es óptimo y ya. Las políticas que Xbox y cómpañia han descartado hoy pretendían meterse más plata ajena al bolsillo usando esa misma mecánica; vendiéndonos ahora «el poder de la computación vía nube» como un plus que debía ser costeado por el usuario.
Microsoft se olvidó de un detalle importante al concebir el Xbox One. Y es que su público principal, el de los Estados Unidos de America, tiene por hobby ir de compras. Y como el resto del mundo, éste también quiere algo a cambio de su dinero, sin el riesgo que luego esto pierda valor o se lo arrebaten. La revertida política del One iba a hacer exactamente eso: Cobrarte por un producto, pero entregarte un derecho lleno de restricciones y que podía expirar. O sea alquilarte un juego, pero a precio de venta. Venderte algo que nunca será realmente tuyo. Es como si derrepente no lidiaras con «game publishers», sino con el más feroz de los abogados.
Al final del día, y luego de escribir esto para liberar un poco mi alma, es que puedo hablar del único lado positivo de este anuncio: Los gamers hemos recuperado la opción Xbox. Más allá del alto precio de la consola, al menos ahora sí tendremos la opción de jugar Killer Instinct, Titanfall, Project Spark, Forza y lo que sea que salga luego para Xbox One sin preocuparnos en restricciones por región ó la falta de una internet decente. Yo tengo todas las consolas actuales en mi casa, y cada una tiene pros y contras con los que lidio todos los días. Pero al menos la decisión de lidiar con todo esto es mía y de nadie más. Y si quiero o no vender o prestar un juego que ya no quiero, tambien debe ser mi decisión. Para eso le pago el publisher lo que me pide.
Y para terminar, un mensaje a los Xboxers: No existen los Xboxers, ni los Sonyers ni los Nintenderos ni los casuales ni los hardcore. Existimos GAMERS. Y cuando a los gamers nos quitan una opción para jugar, sea o no nuestra preferida, esto nos afecta A TODOS.
Así que acompáñenme a darle la bienvenida de vuelta a Microsoft a la «guerra de consolas», un juego donde no deben faltar con todos los juegazos que presentaron en el E3.
It’s time to play. For real this time.