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Análisis: Papo & Yo

No debería tomar mucho tiempo acabar Papo & Yo. Es un juego relativamente corto, simple y sin mayores pretensiones, al menos en el aspecto jugable. Sin embargo, me tomó casi un mes terminarlo. No lo achaco a su dificultad, ya que el juego es un plataformero fácil y las soluciones a los puzles que presenta son realmente obvias. Tampoco es culpa del apartado técnico, aunque los «bugs» que me encontré a veces resultaban un estorbo y el control es menos que perfecto. No, Papo & Yo me tomó tiempo simplemente porque le perdí interés.

 

Quico y Monstruo

La historia de Papo & Yo podría ser su punto más fuerte, de no ser tan desordenada y desigual. El protagonista es Quico, un niño que vive una aventura en un mundo que es, claramente, producto de su imaginación. Ahí tiene como aliado a un monstruo llamado Monster, un pequeño robot llamado Lula y a otro niño que le indica por dónde debe ir. La meta es llegar al templo del Shamán y para eso hay que sortear varios obstáculos en los patios de una interminable “favela”. Sí, como las de Brasil.

Hay que aclarar que antes de lanzar Papo & Yo, la misma Sony se encargó de «spoilear» la historia al explicar la carga sentimental que puso su productor, exteriorizando un pasado de abuso doméstico y alcoholismo a través de sus personajes. Este spoiler malogra el final del juego y a la vez “te lleva de la manito” a entender una trama que no se explica al 100% mientras juegas. Hay flashbacks en blanco y negro situados en el mundo real que dejan preguntas sin resolver y muchas de las acciones que debes realizar no tienen un significado; son más bien “quehaceres” que hay que cumplir. “Chamba”, si me lo permiten.

 

Monstruo malo

Estos quehaceres son sencillos, menos mal. Los puzles constan en mover bloques, pisar switches y hacer que Monster haga lo mismo para ayudarte. Para convencer a Monster hay que ofrecerle cocos, pero también hay que evitar que se coma uno de los enormes sapos que pululan por la favela y que lo hacen perder el control (una clara la metáfora del vicio que mencionábamos). Afortunadamente ninguno de los puzles requiere precisión, pero sí te piden luchar un poco contra las limitaciones del software, ya que agarrar uno de los sapos parece más un “glitch” que una acción. Y mejor no digo nada sobre aventar cosas. Ufff.

 

Edificio

La mecánica de plataformas no es nada del otro mundo y por ratos se siente más forzada que necesaria. Tampoco le hace un favor al juego el hecho de que haya dos situaciones diferentes para esta mecánica: con jetpack robot y sin jetpack robot. No voy a explicar mucho ya que sería un spoiler más, pero el uso del jetpack en algunos niveles y en otros no, me desconectó de las habilidades personaje. Y esto, al sumarse con los demás detallitos molestos, también me desconectó del personaje en sí. Y luego, de la historia.

¿Dónde está lo bueno, entonces? Papo & Yo tiene sus virtudes y todas vienen del lado conceptual. Los gráficos no son de lo mejor, pero la dirección artística es, al menos, interesante y diferente a todo lo que hemos visto en esta generación. Los personajes son creíbles sin ser técnicamente realísticos; los escenarios colapsan y cambian de forma muy al estilo de filmes como Inception ó Dark City, y el sistema de “hints” (ayudas) me pareció un mini-juego a parte, más o menos como descifrar jeroglíficos, aunque con muy baja dificultad. La música es la que realmente termina de ambientar el juego. Ésta se mantiene en un tono pacífico cuando Monster está en sus cabales, pero si éste se come un sapo la música se torna violenta y aplastante, dándote a entender que, como en verdaderos casos de abuso infantil, en el mundo imaginario de Quico tampoco hay forma de escapar.

 

Quico

Es difícil recomendar Papo & Yo pensando en un videojuego competente. Tiene bugs que muchos gamers de hoy considerarían inaceptables y el sistema de juego en sí no es nada especial. Pero como concepto, como material de referencia y como una oda al esfuerzo por sacar a esos demonios internos (que todos tenemos) a través de este medio interactivo, Papo & Yo bien vale lo que pagaríamos por un juego descargable promedio. Sólo traten de jugarlo de una sentada, para no abandonarlo a la mitad.

 

–  Junior –

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