Gran Turismo: De jugador a corredor | Análisis
PlayStation Productions continúa estrenando más y más contenido inspirado en sus legendarias franquicias. Y ahora le toca el turno a la que menos se debería ajustar al formato de cine: Gran Turismo. De la mano de Neil Blomkamp (District 9, Elysium) y con buenos actores en su parrilla, la película sobre el popular simulador de conducción nos trae un drama humano dentro del elitista y competitivo mundo del automovilismo profesional, pero basándose en una historia real que inició en el mundo de los videojuegos. ¿Lo logra? Pues vamos a verlo en esta review.
Gran Turismo: De jugador a corredor cuenta la historia de Jann Mardenborough, un joven de 19 años que participó en la GT Academy, un programa establecido por Sony Interactive y Nissan para llevar jugadores del exitoso juego de PlayStation a participar en carreras en el mundo real. El filme se toma libertades —aunque no tantas— para plasmar los esfuerzos de Mardenborough (interpretado por el actor Archie Madekwe) por cumplir sus sueños, de la mano de su estricto entrenador Jack Salter (David Harbour) y el ambicioso pero honesto publicista Danny Moore (Orlando Bloom).
El camino cuesta arriba de Jann se hace más difícil debido a la negativa de su padre (Djimon Hounsou) por apoyarlo en su sueño de ser corredor, así como la rivalidad del equipo Capa y el rechazo de la comunidad racer hacia los «corredores virtuales».
Un frenazo…
Todo esto suma a la clásica «historia de superación» al nivel del cliché extremo; tal vez el punto más cuestionable para quienes hemos visto películas de este corte antes. Gran Turismo no se esfuerza mucho por ser diferente y sigue patrones muy usados para definir de manera sencilla quien es el bueno, el malo, el rival, el dudoso, el «believer«. Hay pocas sorpresas y no hay mucho que spoilear. Si vieron alguna película deportiva en los últimos 10 años, ya tiene la base de lo que verán en este filme.
Esto, desde mi punto de vista, viene de un guión no muy trabajado. La mayoría de éste está confirmado por «one-liners» del mismo calibre de la trama: Muchos clichés, harto discurso y excesiva exposición de lo que debe o no pasar para que la historia avance. Los diálogos, incluso en actores más que competentes como Harbour y Bloom, a veces se pierden en el ritmo ahuecado de las conversaciones. Y es que, si todos tienen que dar un «punch-line», eso no deja lugar a los actores para improvisar.
… y de vuelta a la carrera
Donde brilla Gran Turismo es en esa realidad que quiere plasmar: La del mundo del automovilismo. El paseo por los principales circuitos del globo como LeMans y Nürburgring, el vistazo a los pits y las trepidantes carreras —grabadas a punta de drones y cámaras IMAX— son los elementos que conforman el alma del filme. Al igual que el videojuego en el que se basa, esta película se apoya en la precisión de sus detalles, en sus sonidos, en el espectáculo visual. Hay tomas y secuencias con calidad de documental que tanto los fans de la franquicia como del los fierros van a poner entre sus favoritas y seguro les generará adrenalina en exceso.
Conclusión
Gran Turismo no es una mala película, pero tampoco está a nivel de excelente. Es uno de esos filmes cumplidores que falla en algunos puntos como ritmo y guión, pero compensa con espectáculo y con la emoción de una buen drama deportivo; esos que activan las ganas que tenemos todos de cumplir nuestros sueños. Hay harto «product placement» y muchos clichés, pero salí del cine satisfecho y con ganas de volver a jugar Gran Turismo 7 en mi PS5. Y creo que ese era uno de los objetivos de la película, ¿no?
Un agradecimiento a Andes Films por permitirme ver y reseñar la película. Gran Turismo: De jugador a corredor llega a cines este 24 de agosto.