Análisis: Dying Light (PS4, XOne, PC)
Zombis. Hace varios años estas criaturas dejaron de ser simples monstruos de películas de terror y pasaron a ser íconos de la cultura popular. Comics, libros, series de televisión y películas; no existe medio que no los haya tenido presentes en alguna gran producción. Si bien han alcanzado gran fama con series modernas como The Walking Dead, han sido los engreídos de los video-jugadores por muchos años más, desde el primer Resident Evil en 1996 hasta juegos más recientes como el protagonista de este análisis: Dying Light.
Aliándose esta vez con Warner Bros, los desarrolladores de Techland nos colocan en la república de Harran, núcleo de una nueva epidemia en la que todo afectado muere solo para levantarse y atacar a los vivos. Es aquí donde entra en escena Kyle Crane, agente enviado por la GRE, una entidad global responsable de observar epidemias como ésta. Crane deberá mezclarse con los locales y encontrar unos archivos perdidos por la GRE antes de que Harran sea erradicada en un último intento por evitar que la plaga salga del país.
Similar al anterior trabajo de Techland, Dead Island, Dying Light (PS4, XOne, PC) es un juego abierto, un «sandbox», donde nos moveremos de un punto a otro buscando misiones para avanzar la historia, misiones alternas u obtener ítems y armas. La principal diferencia entre uno y otro juego está en el medio que usaremos para movernos. En Dying Light no hay vehículos de ningún tipo, lo que hay son muchos edificios de diversos tamaños repartidos en los 3 espaciosos mapas que conforman Harran. Crane es muy hábil en el arte del parkour y sus pies y manos serán nuestro principal medio para correr, trepar, caer y saltar entre edificios, casas, puentes y por supuesto zombis. La arquitectura de cada mapa está creada para poner estas mecánicas a prueba de forma muy divertida evitando que el movernos sea tedioso o monótono. Aunque a veces desearemos algún medio de transporte inmediato por lo grande del mapa.
Pero que sería de un juego de zombis, sin medios para enfrentarlos. Para suerte de aquellos que prefieren un estilo directo al tratar con los «no-muertos», Dying Light mantiene mecánicas de combate muy similares a las de Dead Island. Centradas en la variedad de corto alcance como hachas y cuchillos. Las armas irán gastandose con el uso, pero esta vez soportarán un abuso mucho mayor y podrán ser reparadas durante el combate un número fijo de veces. Este limitante puede sonar mal, pero las armas son abundantes por lo que nunca deberemos dudar en usar las mejores que tengamos. Además, encontraremos planos y materiales para modificarlas, haciéndolas aún más efectivas añadiéndoles efectos especiales o mayor poder y control. Algunas armas y planos son más raros que otros o más difíciles de conseguir o completar, dándole al juego un pequeño toque de rol e incentivando la exploración.
Este elemento de RPG no solo se aplica a las armas, sino también al mismo Crane. Nuestro protagonista cuenta con 3 ramas de habilidades a mejorar con puntos de experiencia; Sobreviviente: Mejorada al superar misiones, nos permitirá encontrar más materiales o preparar ítems; Agilidad: Mejorada al saltar, trepar y en general ir de un lugar a otro, nos permitirá ser más ágiles y efectivos para movernos; y por último Poder: Mejorada al luchar contra los enemigos haciéndonos cada vez más hábiles en combate. Existe una habilidad en la rama Sobreviviente que merece una mención especial: El grappling hook que hace el juego mucho más divertido acelerando el movimiento al usar un gancho similar al de Batman que nos ahorrará mucho tiempo escalando edificios.
Al combinar el parkour con las armas, la mejora constante del personaje y una gran cantidad de misiones secundarias, obtenemos una fórmula muy interesante que puede mantenernos jugando por varias horas incluso sin avanzar en la historia principal. Esto no significa que la trama sea mala pero tampoco es algo excepcional. La historia de Crane comienza de forma algo típica y nos encontraremos con clichés de películas de zombis de vez en cuando, pero en general es lo bastante entretenida para mantenernos concentrados en ella y con ganas de llevarla hasta el final.
Una mecánica aparte y quizás el punto más atractivo de Dying Light es el ciclo día/noche que siempre corre en el juego sin importar que hagamos. Durante el día todo es “normal” y lucharemos contra zombis que actuarán de forma predecible y a otros humanos armados que buscan acabar con nosotros; el día es el mejor momento para explorar. Sin embargo, durante la noche las cosas cambian, conseguiremos más experiencia, pero los zombis serán más agresivos y aparecerán nuevos enemigos como los Volátiles. Estas criaturas de color blanco son mucho más veloces y resistentes que los típicos zombis, en un inicio nos será casi imposible eliminarlos y nunca dejarán de ser una gran amenaza de la cual será preferente huir y de ser posible ir a un refugio para acelerar el tiempo hasta que salga el sol.
La campaña de Dying Light podrá jugarse solo o incluso entre 4 jugadores que se nos unirán (como otros Kyle Cranes) para ayudarnos. Pero además existe un segundo modo muy interesante: el modo «Be The Zombie», también conocido como modo «Night Hunter». Aquí tomaremos el rol de una criatura incluso más poderosa que los Volátiles e invadiremos el juego de otros jugadores durante la noche generando un modo competitivo donde los humanos buscarán destruir nidos de zombis mientras el hunter buscará eliminarlos antes que esto suceda. El Night Hunter se controla muy distinto a Crane, con tentáculos usados como el grappling hook y la capacidad de eliminar a un humano de un solo golpe con su habilidad de «pound» (aplastar), pero también tendremos la misma debilidad de un Volatile y no podremos exponernos a la luz UV o seremos presa fácil del rival. El modo Be The Zombie es una opción muy divertida y aunque originalmente iba a ser solo para pre-compras, ahora es un DLC gratuito y no hay excusa para no adquirirlo si se tiene el juego.
Pero todo buen zombi tiene heridas. Dying Light es en general un juego muy superior a Dead Island en todos sus aspectos, pero esto no significa que no tenga errores o problemas. Tenemos por ejemplo glitches que van desde los leves, como un zombi atrapado en una puerta o caja, a más severos como caer a través del suelo y perdernos debajo del mundo. Estos detalles por suerte no rompen el juego y suelen a lo mucho causar una carcajada. Pero también encontramos errores de conexión al momento de unirnos a un amigo o invadirlo como zombi, muchas veces parecerá que nos hemos conectado exitosamente a un juego para luego solo ser expulsados por una desconexión inmediata. Estos problemas no son usuales, pero pueden ser bastante molestos al querer jugar en línea.
Aparte de esto encontramos a los NPCs. Los co-protagonistas del juego tienen apariencia reconocible y aún con una vocalización regular podemos reconocer la personalidad de cada uno; lamentablemente el resto de personas de Harran no tienen la misma suerte. Durante el juego veremos una y otra vez las mismas caras, peinados y barbas intercambiando cuerpos para hacerse pasar por otro personaje secundario pidiéndote algún favor para completar una misión alterna. Entiendo que crear una gran cantidad de personajes es un gran reto, pero una mayor variedad de rostros y voces hubiera ayudado mucho a la inmersión en esta gigantesca ciudad.
En conclusión, si bien Dying Light no es un juego perfecto, sus virtudes superan de lejos a sus defectos. La base previamente vista en Dead Island ha sido mejorada en gran medida con mecánicas de combate más entretenidas y efectivas, así como un sistema de movimiento parkour muy divertido que se pone mejor mientras desbloqueamos más habilidades. El juego no presenta una historia que vaya a plantear nuevos estándares narrativos en ningún medio, pero es lo suficientemente buena como para mantener el hilo de la gran cantidad de misiones presentes, similar a como la trama de una buena película de acción une las distintas secuencias de lucha y explosiones.
Dying Light es un excelente sandbox en primera persona y si son fans de la acción FPS sin armas de fuego, del parkour de juegos como Mirror’s Edge o simplemente de los zombis, este juego les dará muchísimas horas de diversión con tan solo ir de inicio a fin de la historia sin contar las innumerables misiones alternas y armas secretas a encontrar. Para quienes tengan dudas porque no les gustó Dead Island o quieren una experiencia similar pero bastante mejorada, Dying Light es un juego muy recomendable y sobre todo muy divertido.